Nada…su
moldeador.
Pertinazmente,
sin prisas, sin pausas
Minuto a
minuto, hora a hora
Mientras
el brillo incansable del sol luzca
Amoldando
sus pequeños cuerpos
Auxiliando
sus pieles curtidas, en lo imposible
Tras
cortos períodos de malnutrición
Continuidad,
trasiego de barro, de adobe
De
ladrillos húmedos, de secas piezas
Montones,
cúmulos de esperanza se antojan
A sus
diminutas mentes,
Por eso
unas simpáticas miradas añoran un hogar,
Incrédulos,
sonríen y dicen pedir
Sólo, un
hogar donde cobijarse de las garras hirvientes
Del
acuciante sol y de las garras del patrón
Que
únicamente sabe contar pilas de ladrillos.
Sin
saber que no es lo mismo,
Pero los
de aquí, algunos también.