Todos
los días, todas las horas, todos los momentos, toda la vida, está llena de
bifurcaciones. Unas veces nos queremos creer que decidimos, otras nos gusta
decir que es el destino. No hay realmente decisión, realmente es un caño de
fuerte corriente que fluye por las vertientes más favorables cuando llega a la
bifurcación. Nos vanagloriamos de ser unos cuerpos pensantes, cuando nos vienen
los resultados propicios. Cuando la fatalidad se adueña de los resultados,
buscamos culpables. El destino, dios, o el gobierno. Inocentes, incautos somos
siempre buscando culpables para nuestras derrotas. Implacables sabedores del
mundo, cuando ganamos insulsas batallas. Siempre fue así, ya lo decían. Las
victorias les llueven las madres, las derrotas son huérfanas.
Nadie
quiere atribuirse los errores del camino, y ahí surge nuestra búsqueda de
culpables, de cabezas de turco, llamémosles con las mil y una designaciones que
se nos ocurran, pues cuando es de ingeniosidades, nos pintamos solos.
La verdad de todo, la vida es fluida, es un torrente que circula
a gran velocidad. Tal que se nos escapa el poder elegir, ella elige por
nosotros. Toma la torrentera más favorable, y ruge a toda fuerza hacia la caída
libre, para llegar a otro estadio. Éste nos gratificará con vivencias gratas o
nos parecerá el infierno en vida. Pero ¿lo elegimos?. No. Hubo unas
determinadas circunstancias, momentos, lugares, individuos, vientos que nos
orientaron, vientos que nos empujaron, vientos que como plumas nos mueven a su
antojo. Pero, No. Nosotros no lo reconoceremos, pues somos racionales, y eso
qué quiere decir, pues eso que somos muy listos. Muy libres de elegir, qué
hago, qué no hago.
Siempre
hay un por qué ocurrió aquello. Sin darnos cuentas que la casualidad no existe.
La vida nos arrimó allí, eso es lo inevitable. Donde antes éramos dueños de
nuestros actos, comenzamos a ver oscuridad y la luz nos abandona. Entonces nos
acordamos de ella, la suerte. La mala, porque
de la buena no se acuerda nadie, hasta que desaparece.
Ella es la que nos quitó lo que la otra nos dio. Y si todo esto no fuera más
que una ilusión. Y si ni siquiera somos capaces de decidir, ni el momento en
que podemos dejar de respirar. Porque quién es dueño de su vida. Ella nos da
elegir, nos dirá. Y lo único que le podemos responder es…si nos das a elegir:
Yo me
quedo contigo…
Porque
sin ti, ya no vivo…Jejejejejejeje….
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