El Antihéroe(II)
…Era
absurdo ver como se instauraba el médico general y no lo tuvieran todos, sólo
unos pocos. Los trabajos mejor remunerados siempre iban a manos de los
arrimados de los mandatarios, o los recomendados de don fulano o don mengano.
Le hervía la sangre cuando veía esas injusticias. Se juraba y perjuraba.
Estudiaba, se comía los libros, caía rendido en las horas robadas al sueño.
Matrículas de honor por todos lados les llovían. Los padres del seminario le
tenían el altar en fabricación, éste será el próximo santo. Aquí tenemos al
próximo D. Josemari. Su obra será recordada. Él por dentro se desternillaba de
risa, pero a ojos vista de los padres, era un santo. Le quedaban dos
cursos.
Cuando surgió el primer
contratiempo importante. Unos niños de papá que no dejaban de recordarle su
procedencia, les ofrecieron unirse a ellos, en un robo que harían de los sacos
de almendras de la tahona, donde los padres fabricaban dulces para complementar
sus ingresos para el mantenimiento del seminario. Los dulces solían estar
rellenos de almendra molida, por ello en la alacena tenían siempre almacenado
unos sacos de almendras. La cuestión era fácil, siempre había diez o doce
sacos. Le vaciarían un poco a cada uno y con ello conseguirían al menos veinte
kilos de almendras, después se las pasaban a un rebuscador que uno de ellos
conocía y éste se encargaba de colocarlas. A repartir el jornal de tres hombres
para cuatro, no estaría mal. Podrían tener lo que ganaba un obrero, si era el
padre de nuestro amigo hasta de tres días. Y todo parecía fácil. Esa
fue la primera vez que estuvo implicado en un escamoteo. La facilidad y la
falta de contratiempos le decidió a participar en alguna más escaramuza. A
perderle el miedo a los engaños, o lo que es peor a no ser todo lo noble que él
mismo se juró.
Pasaron los cursos
restantes, se acercaba la ordenación. En el seminario los preparos ocupaban la
mayor parte de los escenarios. No debía fallar nada, el obispo debía de salir
orgullosos de todos. En la sombra el maestro, el padre que también tenía conocimiento
y la mano cercana al obispado, sabían que él renunciaría unos días antes. Todo
estaba preparado, y todo se hizo según lo previsto para que se trasladara todos
sus expedientes a la universidad reglada. En un curso puente estaría graduado.
Y a pelear por estar en los movimientos que organizan los hilos del poder.
No
tardaría mucho en lograr hacer sombra a los instaurados, el empeño que ponía en
aprender, le hacía generar confianza en los otros. Las puertas iban abriéndose
por donde llegaba.
Los
tiempos iban cambiando, las formas, las mejoras iban llegando poco a poco, gota
a gota, pero iban llegando.
Los
lugares por donde pasó, le fue enseñando. Secretario de oficina, donde aprendía
a gestionar, cómo gestionaban y poco a poco adjunto al secretario del
gobernador. Empezaba a tener luz sobre temas escabrosos, que no siempre llegan
a la luz pública. Temas de favores entre grandes poderes, que aunque los
tiempos digan que no ocurren, la realidad es bien distinta y a nadie se le
escapa…
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