Enciérrame.Cobarde.
Todo
indicaba la verdad, nunca, incólume, imposibles, pensaban quienes le conocían.
Seguro, casi seguro después de verse amenazado por el dedo rascador. Borregos
amaestrados, le pusieron una zanahoria sujeta a un palo y la siguen, y lo hace
además el amador de palos, pues úsalo para vérsela, pues su enorme gula no le
deja mirarse directamente,la caja de truenos se destapa.
La
sombra se extendía sobre las cabezas otrora puestas en el máximo exponente,
alimentadas por la misma mano, las alimañas persiguen, hasta que ven su inútil
y estéril cacería, jajajaja. Las mentes limpias nunca temen a indeseables que
persiguen con los medios de los otros. Tus armas te serán devueltas y el
haraquiri practicarte desearás, en cambio no tendrás agallas, tú pasarías al
otro lado del muro, nunca cianuro, jejeje.
Mándame
al sanatorio, rogarás. Las paredes te darán descanso, querrás. No, no, sufrirás
la esquirla cercana, verás la putrefacción creada por tus deseos, por tu
olvido. Con tus manos rasgarás en tus entrañas queriendo vomitar la hiel
adquirida, te odiarás, maldito serás. La instigadora arpía que te empujó a la
perdición ahora te vendió. El paseo en la brisa del mar, tormenta perfecta se
te convertirá.
Límpida
su estampa, se paseará ante tus narices, pues nunca temió. La integridad es su
instrumento más hercúleo. Siempre anduvo cerca de tu corazón, lo defendió cuan
suyo fuera, le perteneciera. Pero decidiste un palacio de cristal. Esta es la
madriguera perfecta, te dejaste embaucar por el nuevo dios.
El color
maldito, el otrora tuyo, te provocará la ira. El que pasión te indicaba. Ahora
recuerdo de sanguinolentas entrañas, arruinadas. El sanatorio desearás y en él
acabarás. Las almas viven en nuestro interior, alguna no pueden escapar, aun
sientan inmenso deseo de hacerlo, jajajajaja.
Pensaste
en la destrucción del ángel, error. Deberías haber derruido el ídolo de barro
que creaste, no reforzarlo, pues empieza a llover. Los titanes de barro odian
las agujas doradas de la lluvia ambarina mezclada y lanzada desde el cielo
abierto, como tormenta de verano comenzó. Mal rayo te cegó, buen rayo te
devolverá a la pocilga de la que saliste.
Una sola
cosa, mi mano siempre estará tendida para aceptar tu arrepentimiento, nunca
para apretarte el cuello, aun te lo merezcas para ciertos de tus partidarios.
Pero qué mejor penitencia de un pútrido, que tenerse que ver en los espejos, y
no ser capaz de mirarse.
Un saludo, del ángel, principiante de diablo, pobre
eres hasta en ideas. Enciérrame pedirás. Sólo te diré, Cobarde.
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