Magnífico…
Es el
final, es el desarrollo y es el entreacto, cúspide encontrada junta al deseo.
Consecución del logro. Juntos.
Cantando
un día de lágrimas cenicientas dejadas de la mano celestial para calmar la
polvareda levantada al paso de las cuadrigas del sucedáneo de emperador de
pacotilla.
Tras un
cielo adornado de algodones grises y níveos, luce un sol de ceremonia. Logrando
hacer rechinar los enseres de los portadores de la nueva señal. Un cálido
rejuvenecedor rayo masajea nuestros rostros y evapora las gotas del rocío
esparcido por nuestros cuerpos entregados.
Momentos
idóneos para comprender el sabor del granate derramado por la victoria. Mereció
la pena esperar.
Pueblos
de siglos, pasados, nos enseñaron y huellas nos quedaron en forma de bellas
residencias portadoras de sus espíritus. De su grandeza. De sus secretos.
Excelsas escrituras en sus relieves, en sus ornamentos para darnos la enhorabuena. Es nuestro tiempo, hemos de saberlo llevar.
Excelsas escrituras en sus relieves, en sus ornamentos para darnos la enhorabuena. Es nuestro tiempo, hemos de saberlo llevar.
Hijos
del gran emperador de su pueblo, su apodo ya tuvo. Hoy debemos de ser
espeleólogos en sus indicios para poder llegar al nivel de Magníficos.
Mentira, corta tiene la
escapada.
Más rápido se mueve el falto de extremidad, pues seguro se siente, no como el falsario.
Más rápido se mueve el falto de extremidad, pues seguro se siente, no como el falsario.
El
tiempo blanco ha llegado, donde las manchas no tergiversan la pátina incolora
que lustra nuestras fachadas.
Digámoslo
sin miedos, dejémonos de espanto. Su tiempo ya pasó.
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