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domingo, 23 de septiembre de 2012

La Sal.

La Sal.

Diluida, invisible, presente, escurridiza, preciada, fuente de conservación, rastro visible dejas sobre piel que te posas.
Discurrimos entre estrechos senderos, franqueados por enormes sombras provocadas por no menos grandiosos árboles, a veces agradecemos su cobijo, otras, cuando la luz del día desaparece su misma presencia, despierta los dragones que nos atenazan.
Insípida, incolora, gris se torna la mañana, homicida de la noche, búsqueda sempiterna. Un logro como el encuentro, el choque brutal del blanco y el negro. No se mezclan, pero dejan huella en ambos interiores, penden del hilo inocente. Y se armonizan.
Blanca se convierte en luz cegadora sobre fondo de oscuridad arenoso. Dejando traza diluida quimérico de anular.
Sabor buscado, entre los sabores. Que probado jamás olvidado, peligrosa dicen unos, deliciosa otros, conservadora de vida, alegradora de paladares. Pruébala y sonreirás. Crea adicción. Sin ella no podrás después pasar, el doctor no probar te dirá.
Sabio aquel, tras observación, pruebas y muchos errores entendió. La luz del astro rey, hará el trabajo de hacerla aparecer. Su único, que no fácil, ni baladí encargo será conservar después de conseguida. En recipiente adecuado, libre de humedades que le lastimen su alegría, que recuerde añore donde diluida sus principios tenía. Volver a perderse en el diluido fluido, de donde la separaron.
Hombre completo no vive sin alimento. Fuente principal de sustento. Con chispa en su alimento, mejor. Los doctos dirán, se puede pasar sin ella, y el cuerpo lo agradecerá. Los amantes de la alegría dirán, qué es un cuerpo eterno, vivo como roca que no siente, no paladea, no saborea un sublime bocado porque el docto, que sólo supone, le diga o no, no, eso te hace daño. No pensó en el daño horrendo de vivir sin sabor.
Los idealista contrapondrán, si no lo descubres, no añorarás. Y les respondo, qué sabio se conforma con no conocer. Qué querrá lograr ser el más ignorante, el más sabio desconocedor, ese será su ascetismo?.
Camina el mundo, desgasta zapatillas entre los hombres y saborea la chispa que portan. Cuando la sal sazone tu alimento, comprenderás que es mejor morir de hipertensión y feliz. Otros peligros nos tragamos durante la vida, y creemos que esos son inevitables.
Así, en contra del juramento hipocrático y los posibles detractores. Tú, siempre conmigo, Sal. Chispa que enciendes mi alegría, cuando me rodeo de mi alimento. Luz, que iluminas mis bocados más preciados. No faltes nunca de mi mesa. Te descubrí o te me descubrieron, Sal. Gema de vida.


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