Siempre.
Despunta
la mañana. Otro día. Gracias. Por ver luz penetrar por las rendijas
entreabiertas de mi ventana. Por el azote fresco de la mañana, al abrirla. Por
concebir el escalofrío de sentir, de vivir.
Otro día
vamos a emprender la marcha monótona, agenda apretada pues somos
masoquistas.
Creamos necesidades
alrededor nuestro, sus obligaciones conlleva, ficticias. Sustraemos ese tiempo
precioso, ese disfrute del roce matinal con esa piel amada, ese juego cariñoso,
esa palabra romántica en desuso por la rutina, traidora. Todos la esperamos,
esa sorpresa de decirle, siempre estaré contigo. Uys, querrás algo. No, no
quiero nada, bueno eso. Que siempre estés conmigo.
No puede
ser, un camino adusto todo nuestro tránsito para llegar a un páramo,y dejarnos
arrebatar lo más ansiado. Tuvimos que desgarrarnos las uñas, destrozarnos los
pies recorriendo distancias insalvables, a primera vista, superadas. No puede
haber un triste páramo de incomprensión y muerte, un abismo por donde
despeñarse en esa cúspide, tan anhelada, tan sacrificada de alcanzar, tan
escrutada. El traidor miedo fastidioso, desganado y ruin, no logrará
atenazarnos el corazón. Muy duro fue encontrar el valor de atrevernos a
conseguir la estrella inalcanzable, para dejarnos arrastrar a ese despeñadero.
Hemos de conquistar la fundición esencial de nuestros seres.
Para
transitar el retorno asidos de la mano, encorvando nuestros cuerpos por la
llamada de la gran diosa. Con un solo espíritu, un solo sentimiento
intercambiable en nuestros cuerpos duplicados en presencia y unidos en esencia.
Siempre, no es casi siempre.
Es rotundo el laudo. No permitiré la decoloración de tus mejillas. Regaré
diariamente, momento a momento ese jardín de la alegría que plantamos juntos.
Sí, soy humano y es posible a veces pueda parecerte dejo en el saco del olvido,
tus mimos, tus cuidados. Ahí debes de recordarme tú, una mirada cómplice, esos
ojos anhelantes serán suficiente invocación. Mis dedos se tornarán de laurel,
cuan diosa se merece. Tus susurros serán cantos de sirenas. Déjame llevarte en
volandas hasta la puerta del edén.
Quiero
poder observarte cada día en tu lecho mientras sueñas. Sentir tu respiración,
tu jadeo, tu aliento cercano, poder revolver tu pelo. Transmitirte mi calor, mi
deseo, mi adhesión incondicional. Hacerte estremecer en tus fueros. Palidecer
cuando te dejes llevar, sin miedos, pues confías en el asidero que te
proporciona mi proximidad.
Quiero
las tormentas, los rayos tronar, las lluvias amenazar inundaciones, para
hacerte sentir segura, para ser tu héroe. Quiero seguir soñando, con los ojos
abiertos. No quiero cerrar los ojos. Temo el despertar, y todo haya sido un
cuento del mundo onírico. No quiero cerrarlos hasta completar la lección de
nuestras vidas.
Siempre,
es siempre, no es casi siempre. Y estaré. A tu lado.
En este
enlace podéis pinchar si queréis seguir la publicación de los textos del libro SALPICADURAS . Ya
tenéis los cinco primeros relatos completos, pronto el sexto. EL
PILAR DE LA MEDIA LEGUA. con las ilustraciones de José L.
Martínez REBOTE.
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