Tengo el espejo.
Siempre
estará el aguador de fiestas que pretenderá estropear las celebraciones de los
bien intencionados. Ellos son hedonistas de su testa putrefacta, si no se les
invitó a salir en la foto exitosa, no habrá foto. Son putos egocéntricos,
utilizarán las tablas interpretadas como jueces celestiales, sin percatarse que
están más cerca del averno de lo que ven, pues son miopes, no tienen espejo
donde mirarse.
Si
tuvieran grandeza reconocerían las buenas maneras del contrincante, en la lucha
hay que ser noble y ellos son bárbaros. La Subrepticia estirpe le comanda.
El
martillo atronador imparable lo situará donde merece. Sus errores le
arrastrarán sin percatarse de ello, cegado por su miseria.
Las
buenas obras deben ser bienvenidas, vengan de donde vengan, incluso del ser más
detestable, el que rechaza el espejo.
El
espejo ha de estar en el centro de tus pensamientos, pues en él han de verse y
poder así lograr perfeccionar, pulir las incorrecciones, hasta el día del
festejo.
La
transformación es lenta, necesita su incubación, debe de lograr desarrollarse
perfectamente, tomar dedos de muchas manos, laurel de muchas coronas, vientos
de todas las direcciones, no rechazar miradas, todos los ojos pueden aportar,
hasta quien mira de reojo o con intenciones insanas. Todo se filtra por el
tamiz universal, la experiencia ha de aprovecharse, no hacerse ley intocable,
ni desechable.
Esas
dudas que surgen, mirándonos al espejo podrán ser corregidas. Hay que mirar el
trasfondo del mismo, el lugar donde se reflejan las imperfecciones y así poder
ser conscientes de ellas. Si miramos la superficie, el espejo no quiere
sucumbir, y reflejará las notas que tu oído quiera ver.
La
honestidad contigo mismo ha de ser el arma a utilizar para encontrar la verdad.
Centra la mirada en la sombra oscura de tu alma, escudriña y cuando no
encuentres esquirlas de batallas perdidas, entonces dejarán las sombras el
lugar al brillo que concierne.
Ríete de
ti mismo, si logras ser el bufón de tus sueños, todos disfrutarán, el bálsamo
se apoderará del círculo y podrás pintar los cuadros más redondos que hayas
soñado jamás.
Ya
sabes, el espejo, mírate al espejo. Y no pierdas de vista el objetivo. No vayas
a olvidarte y acabes peinándote, con una mano en el espejo y otra en el peine.
Busca, observa, disfruta, aprende, verás como
hallas…
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