Cerrando el
cielo…
La
transparencia de aquella franela
Cubría, la
gélida estatua, tú convertida
A tiempo para
sorber el último aliento
Tus labios
dibujaron un redondo adiós
Entre mis
dedos se escapaba tu incandescencia
Mi pecho
anegado de puñales de hielo glacial
Petrificado,
sin ver, sin comprender, en aquel antro
Nadie gemía,
nadie ululaba, nadie poseía una palabra
Brazos
abiertos como desplumadas palomas
Manos de
palmas al cielo, clamando perdón
Y tú, el
centro de mi mundo, mi naturaleza
Olvidada en
aquel mar revuelto, un túmulo perdido
Y no oigo
nada, todo es un taconeo de idas y venidas
Nadie sabe,
nadie contesta, yo, ya no pregunto, lacerado
Un único
consuelo llena el vacuo ser que soy
Es la silueta
de la niña que abre la puerta del cielo
Tu alma, nívea
marmólea, contrasta con cetrina algaba
Serás la
alegría de tus nuevos moradores
No puede ser
que no sea, pues sería cruel, como mi desgarro.
Me ocuparé de
seguir alimentando tu ausencia.
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