Nocturno…
Apenas
sobresalía dos palmos del suelo
Era
pequeña como un gnomo silente
Al
atardecer me embriagaba aquel movimiento
Aquellos
golpes sonoros, de martilleos sobre cuerdas
Me
gustaba desprenderme del vestido
Acercarme
al lacado brillo de aquel mueble oscuro
Dejarme
mecer en mi vientre por el vaivén lento
Mi
cuerpo se arremolinaba en aquellos serpenteos de teclas
Aquellas
manos bailaban un frenesí sobre el blanco y negro
Apoderándose
de mi piel, impregnando su sabor sobre mí
Extasiada
quedaba tras aquellos atardeceres de sones desnudos.
Era un
ritmo lento, vibrante, sedoso y quedo, como gorjeos
Penetraba
mi ser, incrustaba sus ínfulas hasta hacerme estremecer, cuerpo sobre cuerpo
Sigo
resistiéndome a dejarme la ropa
Sigo
desviviéndome por sentir el masaje de sus dedos
El baile de su sainete sobre mi piel, blanca y
ligera.
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