La arrogancia
de los escarabajos no tardará en caer, las nuevas plañideras de estómagos
llenos, olvidan cuánto penaron sus padres para conseguir recalar barcos de
decisión en puertos sin pantalanes, a merced del oleaje de las miserias
humanas.
Quieren
que recoloquemos la naturaleza, que proyectemos ideas hacia la derecha sin
tener en cuenta que la sabia madre naturaleza nos lo colocó en la siniestra, la
normal, la de las hormigas, la de las pléyades del firmamento, la de la
componenda del termitero.
Las píldoras de la sonrisa,
esa que todos ingieren cuando llegan las horas de los cubículos transparentes y
piden el semen inoculado con sus nombres en referencia a sus capacidades
estomacales, a la bilis que son capaces de segregar sus falacias, habrían de
ser recetados y obligatorios en anal posicition.
Prometen
y prometen desde sus púlpitos, de dedos cruzados, olvidan los latigazos que
debieron soportar los oyentes y creen poder alienar las mentes y cuerpos de
mentes ineficaces y descarriadas. Pero ha llegado la líder, la hormiga
rechinadora, la que organiza y aúna las pequeñas gotas de lluvia y forma un mar
de avalanchas insospechadas y devastadoras…
Las mariposas recrean el
verdadero bien, l a oportunidad espera y conquistada de los pobladores de buena
fe. De acicalados de sabiduría, corazones siniestros y no brazos diestros, que
enseñaron a lanzar piedras a quienes inocentes, temerosos de la fusta del
tirano, doblegaba y maltrataba porque las circunstancias les obligaban,
contaban, pobres ilusos.
Las tetas
mandarán sobre la faz de las laderas, pues nada sirvió los subterfugios
plañideros. Las botas esta vez no la llevan los de siempre, aquellos de
pantalones.
Y los
escarabajos caerán en las manos del taxidermista para que termine de disecar la
oronda momia que nuestras futuras generaciones podrán alimentar en libros de
historia de infamias.
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