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viernes, 13 de julio de 2012

La Decisión del Anarquista.(I)

La Decisión del Anarquista.(I)


Le pusieron delante dos acérrimas enemigas: La Traición y La Libertad. Le dieron? A escoger. Si sigues el camino de la primera conseguirás la segunda.
Fue arrestado en un tumulto. Donde él no debía de estar, pero estuvo. Lo marcaron como posible interviniente en la protesta. Le vieron cerca en el peor momento. Él tenía coartada, pero desvelarla era poner en un aprieto a sus Amigos. Podía delatarlos, como hubiera hecho algunos de ellos, caso contrario, pero no lo hizo.
Estuvo con ella. En su cama, disfrutando el uno del otro. Estremeciéndose con las mutuas caricias, con los intensos besos.
Ella, su hija. No eran de la misma clase social, ella era hija de juez. Él, un hombre libre, sin ataduras con nada, ni con nadie. Pero ella se cruzó en su camino. Un día como otro cualquiera, en la plaza junto a un puesto de libros. Ya estar cerca de ese puesto era peligroso. Para los gendarmes, ese puesto olía peor que el del pescado. Olía a anarquistas, a revolucionarios, a gente de mala ralea. Tenían que tener vigilados a todos los que se acercaran por allí, bueno a casi todos. Ella hija de un juez, joven, seguro se le pasaría esas ideas de mezclar lo inclasificable. Cómo se le ocurría codearse con esa chusma, ella una señorita bien, bueno ya se le pasará, se decían. Mejor no decir nada al juez.
Pero se miraron, se acercaron, se chocaron y ella le buscó. Hablaron y ella sintió su deseo. Él, temeroso al principio, quiso anunciarle sus diferentes clases. Pero ella le facilitó el camino, dando por entendido que lo sabía, y no le importaba. Sus caminos estaban juntos ya, pero siempre ajenos a las miradas de los demás. Era su secreto y en ello les iba su relación, además de seguro, la vida de él. Lo sabían y aunque lo temían, no les importaba.
Hasta la redada.
Él tomo el recorrido equivocado. Se encontró de frente contra los manifestantes que corrían en su dirección. Los gendarmes a caballo los espoleaba y tuvo que correr con ellos. En el cierre de la calle, aparecieron más gendarmes armados, hubo lucha, sangre, muertos y heridos. Cuando despertó se sentía magullado, le dolía todo el cuerpo. Estaba atado a una silla. Una luz cegadora frente a su cara. Y cuatro enormes individuos gritándole. Algún que otro golpe caía sobre su machacado cuerpo. Interrogatorio inmoral, así como vano, pues le conocían y sabían que él no delataría a nadie. Pero claro ellos trabajaban para los señores y tenían que probar sus artimañas contra un hombre indefenso, atado a una silla. Debían de responder ante quienes le echan de comer. Pues la única manera de alimentar a las hienas, a los buitres y toda esa tribu de bestias.
Pues te haremos cantar, nos vas a poner por escrito todos los nombres. Ya que eres tan leído, tan docto, no te será difícil. Si eliges el camino bueno serás libre, pero si no, pues las uñas no sé si te servirán para arañar a esa muñequita con la que te juntas…
Malditos, si a ella le hacéis algo, juro por lo que más quiero, que desearéis no haber nacido…
Ella entretanto esperaba en el lugar acostumbrado, se iba haciendo tarde, él no llegaba, nadie llegaba…

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