Sujeto por tus
manos…
En tierra
antigua
Supimos dar
cuenta del delineo
De unas
letras, apenas necesarias
Huella indeleble
de nuestro afecto
Piel a piel,
mirada a mirada.
Me llevas a
senderos de pétrea figura
Vigilado por
altivas y centenarias testigos
Señoras de la
sierra y sus cúspides
Sustentas mi convicción
Tus manos
enlazadas a ella, gema fulgente.
La nívea capa
de gélida beldad
Apaga el
rescoldo potente de la aurora
Que quiebra
los senderos cristalinos
Y su respiro
te hace madurar
Cuan fortuna
portas, de caminar juntos.
Lejos quedan
aquellos tiempos
Donde la
locura se cebaba con tu sien
Dejando descorrer
el serrín
Muestra de
árboles caídos sin pena ni gloria
Viejo se hace
el hombre, y sorbe su lapso.
Entre tanto
las mañanas se vislumbran radiantes
Al trasluz de
unas briznas de sol
Dibujados por
el letargo
De noches
compartidas en retozos y bravuras
En envites de juzgar
profundo.
Nacido para
ganar, soñabas
Ganador de
sueños nacido, jefe de tu destino
Sobre el
báculo que te sustenta
Te deseo, te
presiento, te añoro, te aprecio
Que tu
compañía siga siendo candor cómplice.
De tus
sandalias queden señal
Compartida senda
en busca de la gnosis
Derrotero perdido
de hombres transformadores
Verdor en
nuestra estepa
Flor que nace
en la agreste eminencia
De un túmulo
que nos recibirá de brazos abiertos
Mas no
habremos perdido la iniciativa
Sabremos, que
hemos vivido.
Gracias
Moranín, Gracias Tere, por vuestra fresca sonrisa, savia que me alimenta. Os
quiero.
©Santiago
Pablo Romero. Petirrojo.
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