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domingo, 12 de agosto de 2012

Las Interpretaciones.Señales.

Las Interpretaciones.Señales.
Nos adentramos en la floresta maravillosa que tiene este parque, casi un bosque en un mundo de ladrillos y cemento. Un submundo dentro de otro. Comentábale a Silosé, hoy no vas a vender muchos pañuelos, ni conseguir esas limosnas. No importa Bluesman, hoy aprendí que también hay por aquí buenas personas. No hables tan alto que pueden oírte y ya estás marcado. El ojo del gran capullo te vigila. Y eso, nada hombre cosas del loco bluesman.
Mira un colega de la otra punta, es Nicanor. Hola Nica, dije, y éste contesto nooor. Nos reímos, y Silosé por simpatía como las cuerdas de la vina o el sitar indios, pues también se rompió en carcajadas. Este es Nica…nor, es andino, un sudaka de mierda como tu so negro, en este país. Mientras yo decía esto Nica, se reía con las muecas de la cara de Silosé. No hombre ríete sin miedo, Bluesman habla para el que sabe escuchar. Aquí es uno como nosotros, un paria, un desangelado de la sociedad. Por ser distinto, por estar con nosotros que somos los que la sociedad no quiere, pero necesita, para que les tape lo que esconden debajo de la alfombra.
Venía a enseñar a mi nuevo amigo Silosé, los grandes testigos de nuestra ciudad. Sí nuestra, también tuya por qué no, no irás a prestar atención a cuatro fantasmas. La ciudad, el mundo, la tierra es nuestra, no de ellos. En el Kalahari están los leones, grandes, fieros, pero nobles, cazan para alimentarse. Pero también están las hienas, los buitres, los carroñeros, con esos hay que tener cuidado, nunca van solos y viven de los despojos.
En eso comenzó a caer unas gotas de lluvia. Nos resguardamos los tres en el vientre de uno de estos mastodontes testigos del parque. Comienza a llover, dije. Nica, sacó su flauta y empezó a tocar una bella melodía andina, mientras duró la lluvia. Tormenta pasajera, nos dijo. Nosotros tocamos la música de nuestra flauta, cuando el cielo llora. Porque sus lágrimas son nuestro alimento, si fuera frío y nunca se enterneciera hasta llorar, las tierras nunca podrían fructificar para alimentarnos. Silosé, embobado comentó sois sabios en vuestra tierra. No somos observadores, y agradecidos. Yo entonces, rasgué mi bluesguitar, gimió y saque unas notas llorosas, para agradecer que lagrimeara nuestro cielo, así podría enseñarle a Silosé que mucha gente se emociona. Tú también agradeces al cielo las lágrimas,
 dijo Silosé mirándome. Bueno sí, verás ahora llorar a otra gente, por otra emoción. Los que antes te negaron ese pan ahora los verás llorar porque se les humedecen sus creencias.
En eso salimos al frontal de la calle, viendo como los asistentes a la procesión secaban sus lágrimas porque sus entrañas se estaban mojando.
Silosé, preguntaba por qué lloran. Pues para ellos significa mucho. Es difícil comprender el espíritu de los humanos. Pero seguiremos caminando y aprendiendo. Algún día, el hombre llorará por lo que de verdad valga la pena. Pero ese será otro día. Volvamos a los árboles con Nica, seguro quiere dar cuenta del otro pan y el resto de chorizo que nos sobró.
Así comieron juntos ese día Nica, el sudaka; Silosé, el negrata del semáforo y Bluesman, el descarriado de aquí.
Nos deleita cuando el cielo llora. AQUÍ)
En este enlace podéis pinchar si queréis seguir la publicación de los textos del libro SALPICADURAS . Ya tenéis los dos primeros  relatos completos, pronto otro.¡BUUFF...QUÉ RATO!.POR UN OLVIDO. con las ilustraciones de José L. Martínez REBOTE.

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