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domingo, 26 de agosto de 2012

La Pachamama.

La Pachamama.
Volver al origen no es retroceder, quizás caminar hacia el saber.
Un tirón de orejas recibí, de mi maquinita preferida. La que me ayuda a ver más allá. Un primer informe le llegó: Se sale por peteneras, nos cuentas asuntos oníricos. No, No. Ella está situada rodeada de naturaleza y siente más.
La Pachamama, dicen los aymaras, los quechuas. Madre Tierra. Gaia. Gea. Gaya. Tantas denominaciones, hoy todos los noticiarios sacarán las pancartas verdes, llamaran a las conciencias a tomar medidas, a respetar, ay, ay, que bonito todo. Una fiesta. Qué bonito, todo.  
Borreguitos, ya sabéis, hoy es el día de la Tierra.
Pero y mañana. Ya podemos acelerar, que llegamos tarde, corre, corre, que la gasolina no es tan cara, aún la puedo pagar. Además todos contentos, la plata de vuelta a su casa. De donde sólo salió en un periplo científico técnico muy eficiente. Esclavos de la locomoción. De la velocidad. Del consumo desmesurado, sin pensar en el ciclo de reposición de la naturaleza. Esquilmando los recursos de una Pachamama dolorosa, sumisa. Aunque a los románticos nos guste, aunque alguna vez nos afecte, decir que se revela con los terremotos, erupciones u otros accidentes meteorológicos.
Como nos cuenta de una forma alegre, para que sea más amena, más atractiva y menos rechazable, nuestro amigo el mad monkey de Macaco. Volver al origen no es retroceder, quizás sea andar hacia el saber. Si observamos los mal llamados indios incivilizados, los que quedan pues son testigos a exterminar de una forma de vida respetuosa con el ecosistema que no interesa a las grandes explotadoras, a las esquilmadoras, a las productoras del nuevo dios alta velocidad. Claro que después no reparten, no tienen tiempo, están muy ocupados ideando otra forma de alienar al rebaño.
O nadie se pregunta por qué no se descubren más rápidamente otras formas rentables de producir energía. Cuanto ellos hayan tomado el poder en esas industrias, el paso en dejar el petróleo y sus derivados tendrá los días contados. Entre tanto exprimirán el limón, hasta que el amargor de su cáscara nos desgarre lentamente nuestras ansias de endulzar esas otras alternativas.
Por ello no hay día de la Pachamama, La Pachamama es la fiesta, nuestro deber es cuidar que las cosas marchen. 
Evitar que cuatro energúmenos, poderosos, pero sin escrúpulos exploten la salud de la vida para nuestros hijos. Hagamos un poco cada uno. Hasta los elefantes pueden caer cuando el ejército de pequeños insectos se ceba con él por no estar en su sitio.
(PD.Espero te haya gustado mi comentario, hoy.OO.)
(Seguimos con Mad Monkey y Macaco, MOVING,aquí)
En este enlace podéis pinchar si queréis seguir la publicación de los textos del libro SALPICADURAS . Ya tenéis los cuatro primeros  relatos completos, pronto el quinto. MI SUEÑO...SE PIERDE EL TREN con las ilustraciones de José L. Martínez REBOTE.

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