Escondida en
el Mar…
Aire, Agua,
Tierra, Fuego
Quizás me
perdí en tus cuencas,
Acaso tuve un
envite nostálgico de Aristóteles
Y quebré mi
sinrazón al bucear en ti
Por un
pensamiento, esa quintaesencia loada
O me disipé en
el estío de la Luna Llena.
Soy batidor de
aconteceres noctívagos
Visitador de pitonisas
en tus lágrimas de perseidas
Aguador de
festejos entre astros en la tarde
Entregado
guerrero que quiebra su armadura
Bajo el
centelleo de un luminiscente ángelus.
Y te me
muestras escondida en la aurora
Cuando la
mesada brisa acaricia tus crines
Al paso, al
son, al bamboleo de un oleaje silente
Mientras
escoges si susurrar a Aldebarán o Betelgeuse
Tus pies
hundidos en los gránulos del cuarzo.
Nada importa,
nada escapa al entregado arpón
Cuan si fuera
un ballenero experto, el mar señala
Aquel rincón
donde esa belleza desnuda su esencia
Optando por
caminar sin deseos, ni ataduras
Sino agazapada
en el dilema del intríngulis versado
Diluyendo las
vueltas de saetas interventoras
Cómplices
necesarias para dar valor al prófugo
Huracán de
vestigios insalvables, renuente estepario
Mas siempre
lobo, siempre aullido solitario que rueda
Y embelesa a
los comensales en sus vítores festivos
O restituye la
grandeza al sabio que escucha, sin hablar.
Hoy supimos
del otro, hoy una nítida luz brilla ahí
Tu alfeizar es
puerta para alados traviesos que llegan
Para ser
asidos por las vivencias más anheladas
Esa noria que
rueda y rueda, mientras la luna pasa
Avivando el
paso, mirando de soslayo al sol obtenido.
©Santiago
Pablo Romero. Petirrojo.
Imagen: Ana Segura Maqueda & JacqPaRo.